BORJA Y LOS FITIPALDI

Don Borja de la Bellacasa y Montesdeoca, marqués de Sotobañado y Priorato trabaja, actualmente, de cerillero y limpiabotas en la cafetería Pincho’s en Talavera de la Reina, Toledo, Spain. Los clientes, cuando tienen que dirigirse al señor marqués ya no lo hacen respetuosamente, por su título, y bajando el testuz. Ahora le dicen ¡limpia! y el señor marqués acude raudo, con su banquetilla baja en la izquierda y la caja con los cepillos y el betún en la diestra. Antes, el señor marqués a la mano izquierda le decía la de las riendas pero ahora, que las cosas no le han ido bien ha perdido la costumbre. Es lo que tienen las oportunidades, que unas veces pasan de largo y otras, sin darte cuenta, se topan contigo y te demudan el rostro. El señor marqués perdió herencia y fama cuando se casó, como canta Fito, el de los Fitipaldis, con la más guapa pero la menos buena. De algo hay que morir, se dijo. Filomena Represa Sobrarbe, alias Buitre, natural de Las Torres de Cotillas, en la Vega Media del Segura, provincia de Murcia, también Spain, se casó de penalti sin pasar por el VAR. Vamos, que se casó tras anunciar un falso embarazo. Los señores marqueses de Sotobañado y Priorato tenían otros planes para su único hijo quien, al conocer a la Filomena y visto que no era de su agrado, se negaron en redondo a la boda. Borja se marchó del palacio familiar dando un portazo y, al día siguiente, pidió la legítima y se marchó con la Filomena casándose por lo civil en el juzgado de Valmojado, Toledo, una tarde lluviosa de abril. Con el dinero aportado por la legítima de Borja se compraron una finca con una casa y montaron un hotelito rural al que comenzaron a acudir todos los adinerados amigos del marquesito. Al conocer que Borja se había casado en régimen de gananciales su padre le obligó a que en la compra del hotel, al menos, se hiciera explícita mención a que el dinero empleado era heredado por Borja de su legítima. Así, pensó el marqués padre, si la golfa esta se marcha, no le podrá quitar su dinero. A finales de ese verano la Filomena, que era muy cuca, le pidió que vendieran todo y comenzaran de nuevo en la alicantina Calpe donde, a la sombra de su peñón abrieron un hotel. Una vez comprado y ahora ya en régimen de gananciales la Filomea se convirtió en propietaria de la mitad, circunstancia que aprovechó para ponerle a Borja el petate liado en un mantel y atravesado con un palo como si fuera un maletilla. El juez determinó que el hotel, donde ellos tenían, además, su vivienda, debería venderse y repartirse el dinero de la venta. La Filomena, con su pasta y su embarazo ficticio se marchó de la vida de Borja tal y como había llegado. Borja se quedó con la mitad de la venta, un papelito con la cuenta corriente donde debía ingresar cada mes un sueldo para la Filomena y una cara de asombro que aún no se le ha quitado. Mientras Borja cargaba el petate al hombro y soltaba un par de lagrimitas frías y salobres, Fito cantaba en la radio Soldadito marinero conociste a una sirena de esas que dicen te quiero si ven la cartera llena. Una tarde de verano el marquesito Borja se metió en una cafetería del centro de Talavera por escapar de tortuoso sol del final de julio. Se sentó en una mesa junto al ventanal desde el que se veía pasar a las escasas personas que a esas horas caminaban por el centro de la localidad. Enfrente de la ventana había una tienda donde se vendía cerámica local. ¿Puedo sentarme a su mesa?, le dijo una joven atractiva. Por favor, dijo el marqués, levantándose educadamente, y extrayendo la silla de debajo de la mesa para ayudar a la joven a tomar asiento. La joven llevaba en la mano un vaso alto, de los de tubo, con tres adoquines de hielo y una rodaja de limón y, en la otra, una botella de bebida de cola. Mi nombre es Mariela, sin elle, solo con ele, puntualizó. Yo soy Borja, con erre entre la jota y la o, aclaró el marqués. La chica se rió, de forma desbordante, con la gracieta y, a Borja, se le vino encima un cielo pleno de estrellas fugaces. ¿Será el amor, ay será será…? Cantaba Conchita Bautista y al Borja, que era muy partidario de las señales indirectas de la vida, le pareció un extraordinario principio. Mientras hablaban y tomaban su refresco la señorita Graciela, sin elle, solo con ele y Borja, con erre entre la jota y la o, miraban pasear a sus vecinos que ahora, con la caída del sol trajo ese refrescor habitual en ambas Castillas, que diría Brasero, el del tiempo. En una de esas el Borja se quedó tieso, como si le hubieran dado al pause del mando a distancia. ¿Qué te ocurre, Borja. Estas bien? No me asustes. Camarero, por favor, traiga usted el desfibrilador que al caballero le ha dado un paralís. Borja se quedó de una pieza al ver salir a su ex esposa, la Filomena Represa Sobrarbe, alias Buitre, seguida por un ejército de empleados que metieron en un gran Mercedes todo terreno un sinfín de búcaros y otros chismes de cerámica talavereña. A la Filomena le seguía un anciano que repartía, como un Papá Noel desbocado, billetes de propina a todos los porteadores. La Filomena, apenas reconocible por las operaciones de estética, parecía la novia de un futbolista de las Azores. Será hijadeputa, acertó a decir. ¿Ya estás mejor, Borja, amor?, le dijo Mariela, sin elle, solo con ele. El Borja al verse así, de golpe y sin reparos, en brazos de Mariela, sin elle, etc., se acurrucó contra su generoso pecho y comenzó a sentirse en la gloria. Qué bueno es tener una mujer que te quiera y que no busque tan solo tu dinero. Oye, Borja, amor. Dime, Mariela, cariño. Me ha dicho una amiga que tu eres marqués, ¿es cierto? No. Yo no soy marqués. Marqueses son mis padres. Pero serán muy mayores ¿no? Sí. Entonces, cuando fallezcan, tú serás el marqués y te dejarán, además del título, las propiedades, ¿verdad?. El Borja cerró los ojos y aguzó el oído. En la cafetería, y a través del hilo musical de forma apenas perceptible se escuchaba a Fito y los Fitipaldi, cantaban: Él quería cruzar los mares y olvidar a su sirena/La verdad, no fue difícil cuando conoció a Mariela/Que tenía los ojos verdes y un negocio entre las piernas/Hay que ver que puntería, no te arrimas a una buena…

Una respuesta a “BORJA Y LOS FITIPALDI

  1. Jesús manuel Baló González.

    Querido Ángel, magnífico como siempre.. déjame hoy ser un “peroista” de los que ponen peros.. a nuestra Mariela, sin elle, con una sola “l” me la cambias a Graciela sin elle, y no quiero pensar mal pero si no tuviste en tiempos alguna Graciela en tu vida lo parece.. o si quieres lo dejamos en el corrector… un abrazo, señor escribidor.