EL COLECTIVO

Colectivo

Resulta que hoy, como cada día del año, es el día de algo. Hoy le ha tocado al Día Internacional contra la homofobia, la lesbofobia y la transfobia. He tenido que consultar el diccionario para entenderlo. En principio, y dado que no tengo mucha información sobre lo que se celebraba, pensé que alguien reivindicaba la hemodiálisis, la leishmaniasis y los Transformers; pero no. Se trata de algo así como el Día del Orgullo Gay, pero sin los carromatos del Rocío que arrastran por Chueca y que tan poco gustan al bardo de la UPyD, don Álvaro Pombo.
Homo, en latín viene a traducirse como hombre. Por ello la homofobia debería ser la tirria contra los hombres; pero no. Resulta que es la fobia contra los homosexuales. ¡Vaya, por Dios!. La voz lesbofobia, si aplicamos el mismo criterio, debería de provenir del odio a la isla de Lesbos, donde la poeta Safo cantaba arias y coplas a sus churris para atraerlas hacia el huerto de la acera de enfrente. Y por último la transfobia debe tratar la ciencia del travestismo y/o la transexualidad. ¡Ea!.
Los celebrantes, han hecho especial énfasis en que los “colectivos” incluidos en la festividad están compuestos por personas normales; como usted y como yo, dice el portavoz. Con los mismos derechos y las mismas obligaciones. Pues qué bien. Yo también (quitando la parte comparativa) estoy de acuerdo en ello. Pero, ¡hete aquí!, que esta mañana, mientras daba mi paseo diario por la calle de los Cedaceros, en Madrid –perversiones que tiene uno, oiga- me doy de manos a bruces con un cartel de bruñido bronce sobre la fachada del portal de la calle de Alcalá, número 20 en el que, bajo un firmamento de estrellas comunitarias, dice así: Comunidad de Madrid. Oficina de Atención e Información a Homosexuales y Transexuales. Se conoce que las lesbianas están arrejuntadas con los homosexuales, al contrario que en la celebración internacional o que en el COLEGA que, al parecer, es el nombre del famoso “colectivo”.
Entonces, me pregunto, si ellos son como usted y como yo, ¿dónde se encuentra la Oficina de Atención e Información a los heterosexuales? Porque, si tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones, tendremos también derecho a una oficina de atención e información como si fuéramos de aquel “colectivo” ¿no les parece?
Intrigado, he pulsado en la página web de la Comunidad de Madrid y allí aparece la información en la que la antigua presidenta, Esperanza, por Dios, decía haber atendido a 2900 personas en el último año. Sigo transcribiendo. Verán: “El 62% de sus usuarios son hombres y un 38% mujeres. Un 34% de las mujeres atendidas son transexuales y un 3% de los hombres”. ¿Comolllll?. Me he perdido… A lo mejor tiene razón aquella copla, que el “colectivo” motejará, con toda seguridad de homófoba: “Vaya lío; todas las tías se han vuelvo tíos…”.
A través de este servicio, continúa la publicidad institucional, se ha ofrecido asesoramiento jurídico, atención psicológica y social a miles de personas, así como a sus familias. Por si fuera poca, la atención de la Comunidad, nos explica que, más del 10% de las personas asesoradas y asistidas provienen de otras comunidades que carecen de este dispositivo. ¡Anda, para que te marches con los soldados! Resulta que, si caes enfermo en la raya de Guadalajara la ambulancia te tira en Medinaceli para que otra ambulancia te traslade a Soria pero, si eres del “colectivo” y perteneces a otra Comunidad tienes a la de Madrid, a tu servicio, para que te eche un parche. Pues nada; que nos den pomada. O si no vaselina, que es más fina…
Dice el DRAE sobre la voz “colectivo”: 1. Adjetivo. Perteneciente o relativo a una agrupación de individuos. Pues bien; como quiera que el Diccionario nunca miente, a lo mejor es que los heterosexuales necesitamos agruparnos para tener esos mismos derechos, que el portavoz de quienes sufren homofobia, lesbofobia y transfobia, dice que son los mismos que los heteros tenemos que disfrutar.
De cualquier forma, y visto cómo aumenta el número de “sexos” propondría otro que no está relacionado en el “colectivo” y que, también como los anteriores, debería gozar de los mismos derechos y obligaciones: los eternosexuales.
Oiga, don Dimas ¿Quiénes son esos eternosexuales?
Pues muy claro, don Matías. Quienes disfrutan de su diferencia pensando en la eternidad: las monjas y los curas. Usted comprenderá que estos dos “colectivos” también tienen un sexo. Aunque –salvo casos aislados- no lo usen, también tendrán los mismos derechos y obligaciones que el resto de los ciudadanos. ¿No le parece?
Pues qué quiere usted que yo le diga. Me parece que se ha metido usted en un charco que le puede pringar. Yo, con su permiso, me voy a quedar con lo de la copla. ¡Vaya lío, todas las tías se han vuelto tíos!

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